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De la serie conflictos armados: | ||||
Batalla de Trafalgar | ||||
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Lugar y fecha | Cerca de Cádiz, 21 de octubre de 1805 | |||
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Bandos | Tontos | Buenísimos | ||
Fuerzas | España Francia |
Inglaterra | ||
Comandantes | Jaime Peñafiel Jacques Villenueve |
Horacio Nelson | ||
Armas | Cuatro gatos Algunos botes de remos y una pistola con una bala |
Toda la Royal Navy | ||
Bajas | Dos gatos un marinero borracho que se cayó por la borda |
Horacio Nelson y varios piratas | ||
Resultado | Derrota con honor española |
«¡Fue la más alta ocasión que vieron los siglos...! ¡Mierda, esa fue Lepanto!»
~ Miguel de Cervantes hablando de las grandes batallas de la humanidad
«Fue una gran victoria, logramos salvar dos barcos y algún marinero que se ahogaba, además, los ingleses nos han perdonado.»
~ ZP recordando su participación en la batalla
La batalla de Trafalgar fue la vigesimotercera mayor batalla naval de la historia. Se batieron en duelo a muerte tres ingleses gordos, calvos y sin dientes, junto con muchos irlandeses, escoceses y negros, contra una tropa de dos soldados y seis mil campesinos españoles reforzada con la créeme de la créeme del ejército de Napoleón Bueno en Parte, de Francia. Los ingleses eran liderados por un metrosexual llamado Horacio Nelson (antepasado de Lewis Hamilton por parte de madre), que era además bisexual, pues se sentía muy atraído por los jóvenes grumetes de Bristol y Portsmouth, donde además solía frecuentar burdeles de baja reputación.
El almirante español era nada menos que el famosísimo Jaime Peñafiel, que se enroló en la armada al perder su padre en una apuesta el dinero que debía pagar su carrera de fontanero diplomado en la universidad. Entre los jefes españoles también estaban el capitán de Navío José María Aznar, destacado marino que se había batido con turcos, moros y había retado a un duelo al mismísimo Osama Bin Laden sin que hubiera un claro vencedor (Osama estaba tan cagado que no apareció).
El comandante en jefe de la flota era Jacques Villenueve, que tras la batalla, y hecho prisionero de los ingleses, conoció a Lewis Hamilton, que había luchado bajo la tutela de su pariente Nelson, y este le convenció de que correr en los circuitos de Fórmula 1 era mejor que perder batallitas para Napoleón. Villenueve acabó muerto en extrañas circustáncias en un hotel de París. Recientes pruebas concluyen que Putin lo mandó asesinarlo con Polonio.
El nada ilustrado rey Carlos IV, de conocida y nula inteligencia, tras haber visto como Napoleón derrotaba a Prusianos, Austríacos y Rusos, pensó si le convenía aliarse a los ingleses (que como puede apreciarse en fiables películas como “Braveherath” o “El Patriota”, sólo pueden ser vencidos por Mel Gibson), o convertirse en el lameculos de Bonaparte. Obviamente se decidió por la segunda opción. En Francia, entre tanto, Napoleón planeaba inventar una nueva forma de hacer fondué, pero al no lograrlo, decidió invadir Inglaterra. Al no ser Francia un país con amplias costas, tuvo que pedir a España su poderosa flota. Jaime Peñafiel no tardó en correr a Francia para ensañar en una semana a Villenueve como se hacía la guerra en el mar.
Tras el tiempo previsto, Napoleón planeó mientras jugaba un partido de tenis, su deporte favorito, el plan para conquistar Inglaterra. La armada navegaría hasta el quinto pino, una isla de las Antillas, creyendo que toda la Royal Navy les iría detrás Sólo el almirante más inepto fue tan tonto para perseguirles: Nelson. El rey de Inglaterra quiso ahorcarlo, pero Dios bajó del cielo y le dijo que no debía hacerlo. Recordemos que el rey de Inglaterra estaba en un manicomio.
La pésima experiencia de los timoneles hizo que en vez de llegar a Inglaterra, la armada llegase a Jean Reno) estuvieron de acuerdo. Los oficiales cuerdos preferían suicidarse con granadas (pero granadas del siglo XVIII, que era bolas de hierro rellenas de pólvora, con lo cual la explosión era más divertida). Pero Villenueve les amenazó con decirle a Pepe Botella donde guardaban el vino español que tanto le gustaba al gran hermano de Napoleón.
La armada del eje (debería de llamarse aliada, pero como en este universo, los ingleses sólo pueden ser buenos, tiene que llamarse armada del eje) contaba con 33 navíos de línea. De los tres mil artilleros que había, sólo tres sabía hacer disparar un cañón en un minuto. La mitad de los marineros eran en realidad soldados, catalanes, granjeros y curas, que había sido reclutados por en dos minutos en las tabernas del puerto.
Los ingleses contaban con 27 navíos de línea y cinco fragatas (una de ellas comandada por Russell Crowe y con el temible cirujano y espía Paul Bettany embarcado abordo, deseoso de inyectarle una bala envenenada en el cogote a Napoleón). Como se puede ver en muchos documentales fiables de piratas ingleses de los años 40 y 50 (“El capitán Blood”, “El temible burlón” y muchos otros), todos los ingleses eran expertos en hundir galeones, matar a diez españoles a la vez y arrancarse el bigote a siete franceses.
Villenueve hizo formar a sus barcos de forma que Nelson pudiese derrotarle rápidamente y así poder volver a Francia a ver a sus tres mujeres y a sus siete amantes. Los navíos, gracias a la habilidad de Jaime Peñafiel, no chocaron entre ellos, pero Nelson, ciego de hachís y medio trompa, advirtió la maniobra, y ordenó atacar en forma de T. Comenzó un cañoneo tremendo. Los navíos españoles dispararon a saco contra los ingleses, matando a muchos escoceses, irlandeses y negros. Russell Crowe, sin embargo, logró colarse por un costado de la formación y abordó el buque insignia de Villenueve, que tras veinte segundos de combate, se rindió.
Los barcos ya estaban en duelos de uno contra uno. Peñafiel mató a tres ingleses a la vez disparándoles un cañonazo que les arrancó la cabeza. Mientras tanto, la mitad de los barcos franceses estaban ya camino del puerto de Brest, donde los marineros gozarían de la compañía de buenas señoritas. Un francotirador ruso llamado Vassiy Zaitsev hirió mortalmente a Nelson, que en esos momentos estaba en la cubierta, lamiendo la sangre de los muertos. Como último deseó, pidió que Hamilton fuese elevado a héroe de Gran Bretaña, cosa que consiguió.
Peñafiel murió al ser partido en dos por una bala de cañón. Aznar hizo explotar a tres barcos moros que pasaban por ahí, pero eso no cambio el destino de la batalla. Sólo la mitad de los barcos españoles y gabachos llegaron a Cádiz. Los ingleses, en cambio, llegaron todos a Gibraltar, donde hicieron una gran fiesta y se bebieron el whisky en el que había sumergido el cadáver de Nelson. Así bebieron auténtico whisky de héroe.
Cuando Napoleón se enteró de la derrota, se fue a Austria y la ganó la batalla de Austerlitz, así que no le importó perder dos barcos y un almirante barato. En Inglaterra, se hicieron grandes festejos. Nelson fue declarado como héroe nacional, como lo habían sido antes todos aquellos que había disparado alguna vez contra algún español o francés. Lewis Hamilton fue nombrado almirante y dirigió una expedición a Argentina para conquistar las islas Malvinas, pero fue derrotado por tropas de mercenarios finlandeses al mando de un noble llamado Kimi Raikkonen, hijo del sultán de Crimea. A España le fue casi tan bien como a Inglaterra, pues al ser invadida por Napoleón y sus franchutes, casi pudo convertirse en un país adelantado, pero no cuajó la cosa, y dos curas echaron a tiros de trabuco a Pepe Botella en dos días, para nombrar rey a un jugador de Póker que pasaba por ahí. Le llamaron Fernando VII, y se aburría mucho en la ópera. Claro, como a todos, le gustaban las alemanas rubias, y sus trifulcas dieron lugar a unas batallitas de nada llamadas Guerras Carlistas.
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